El 16 de septiembre
de 1810, con el llamado Grito
de Dolores, Miguel Hidalgo prendió
la mecha del largo proceso que conduciría a la independencia de México. Hidalgo
estaba en realidad adelantando un plan que se había fraguado en Querétaro y que
contaba con la participación de criollos importantes, entre ellos el mismo
corregidor de esta ciudad, Miguel Domínguez. Al ser descubiertos los planes de
los conspiradores, Hidalgo se trasladó a Dolores, y allí dirigió a sus
parroquianos un llamamiento a alzarse en armas contra las autoridades
coloniales (el Grito de Dolores). La proclama tuvo un masivo seguimiento; en
San Miguel el Grande unió sus tropas con las de otro de los conjurados de
Querétaro, el comandante Ignacio Allende, y, ganando nuevas adhesiones por donde
pasaban, a finales de mes habían ocupado ya las localidades de Celaya,
Salamanca, Irapuato, Silao y Guanajuato.
Hidalgo y Morelos
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